martes, febrero 13, 2007

Vivir en las ciudades

Adoro la ciudad, es un hecho. Casi siempre suelo oír que la vida en la ciudad no es vida, que si hay mucha contaminación, que el estrés de tanta gente... Cada fin de semana miles de personas salen en masa de la ciudad para dispersarse por los bellos paisajes rurales que tanto abundan en esta geografía nuestra. Llegan al pueblo, normalmente el pueblo de su infancia o uno muy similar, y recuerdan lo bien que lo pasaron cuando eran niños, no oyen ningún ruido y eso les relaja, les tranquiliza. Sin estrés, dejando atrás todos los problemas asociados a la ciudad, se dedican por unos dias (las llamadas "vacaciones", ese invento del sistema para hacernos creer menos esclavos) simplemente a existir. La verdad es que si lo piensas un poco, es profundamente zen esa filosofía.

Bueno, a mi ese silencio, ese aire puro, esas noches oscuras la verdad es que me desquician. Cuando estoy bajo de ánimos, paseo por alguna calle populosa. Cuanto más grande y más contaminada mejor. Veo gente a mi alrededor, coches, luces y ruido. Respiro ese aire viciado al que tan acostumbrados están mis pulmones. Camino por llanas superficies de cemento y asfalto, abrazando la agradable sensación de encontrarme en un hábitat fabricado a medida para mi, sin depredadores, sin bichos molestos, donde los peligros son identificables y evitables. He nacido en la ciudad, me he criado en ella y sigo viviendo en ella. Igual que mi padre, igual que mi abuela, igual que mi bisabuelo. Nunca tuve un pueblo al que ir a pasar los veranos. Tampoco lo necesité. Aquí tengo teatros, tengo cines, tengo conciertos: soy una criatura de neón, uno de esos productos del ensanche de los que habla William Gibson en sus novelas. Soy el futuro.

En cuanto a la población que dice agobiarse en la ciudad, debo decir que ésta es un mero reflejo de la sociedad que la habita. Nuestro país es enorme (para los cánones europeos), pero cuando recorres su privilegiada geografía hay cientos y cientos de kilómetros de estepas y llanuras totalmente vacías, rotas de vez en cuando por ciudades de alturas elevadas, apelotonadas. No, no me vengan con la excusa de "es que no se puede construir en otro sitio, sólo en terrenos edificables, bla, bla". Mentira. En otros paises europeos (por ej, Holanda) la gente vive en casitas bajas, separadas a lo largo de todo el país. Aquí todos quieren (queremos) vivir en el centro de la ciudad, lo más cerca posible del meollo. En pisos, rodeados de gente por todas partes. No me vengan con hipocresías. La gente alrededor, la manada, el hábitat creado a medida les gusta tanto como a mí, les hace sentirse igual de cómodos. Lo que les estresa es su esclavitud, no el ambiente. Dejen de ponerse excusas y abracen la privilegiada sensación de vivir en un hábitat fabricado por nosotros y para nosotros.

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