Vuelta de vacaciones
Bueno, ya estoy otra vez en mi maravilloso trabajo después de mis dos semanas de vacaciones de ensueño.
He visto Roma, Florencia, Venecia (suspiro) y Génova. Me he bañado en el mar Adriático, en las costas de Venecia. He disfrutado del amor en un lago de aguas cristalinas al pie de un castillo renacentista y me he chupado 4500 km al volante de mi coche. Me encanta conducir, sobre todo en Italia, donde puedo dar rienda suelta a mi caótico estilo de conducción, ya que no hay reglas de tráfico discernibles.
Allí los Porsche y los Ferrari parece que te los regalen con los botes de colacao de 5 kg, porque había cientos. Yo no creo que sea porque en Italia hay mas ricos que en España, sólo que los italianos se dejan en coches todo lo que tienen.
No puedo menos que recomendar a cualquier persona que viaje. Dejad el apartamento en Torrevieja o en Denia o en Salou para vuestros padres y abuelos, y viajad. Jamás cometáis el mismo error que cometieron ellos y no compréis apartamento vacacional. Ved mundo. Nosotros tenemos la increíble suerte de vivir en Europa, en la cuna de la civilización, y a poco lejos que te vayas ya has cruzado tres países maravillosos.
Hay que viajar para conocer otras cosas, otras culturas. Las vacaciones no son simple descanso físico. Eso se puede hacer en un fin de semana. Las vacaciones deben ser sobre todo descanso intelectual. Aprender cosas nuevas, ver cosas que sólo has visto por fotos o has oído por boca de terceros. No me vale la excusa de que es caro. No es necesario coger un avión y un hotel en Roma e ir una semana a ver cosas en un grupo de veinte personas guiadas por un profesional, con todo el viaje arreglado de antemano. Se puede coger el coche, una tienda de campaña, una buena compañía (esto es indiscutiblemente lo más importante) y dos o tres semanas por delante, sólo con un plan aproximado de lo que vas a hacer y poder hacer lo que te apetezca e ir donde desees en cada momento. El epítome de la libertad. No hay nada mejor que ser libre, que sentirse libre.
Estas dos semanas he sido libre de verdad. Ahora debo volver a enfrentarme al gobierno cediéndole derechos a la SGAE, a las empresas de software cerrando sus desarrollos, al yugo de un trabajo que si antes se me hacía pesado, ahora está a punto de aplastarme.
Tantos libros por leer, tantas películas por ver, tantos lugares por visitar, y yo aquí, perdiendo el tiempo mirando insulsamente una pantalla mientras hago arreglos estéticos en un código HTML que se ve perfectamente bien en Firefox, pero no en Explorer. Sólo para ser "normal" en una sociedad que ha perdido el norte, que no sabe a dónde va, mientras se alimenta de la energía vital de los borregos que, como yo, hacemos lo que hacemos porque es lo que nos han inculcado que debemos hacer.