martes, septiembre 26, 2006

¡Joder, eres tan feo que podrías estar en un museo de arte moderno!

Sargento de Artillería Hartman
La Chaqueta Metálica (Full Metal Jacket, 1987)

lunes, septiembre 25, 2006

Todas las personas, al comienzo de su juventud, saben cuál es su Leyenda Personal. En ese momento de la vida, todo se ve claro, todo es posible y ellas no tienen miedo de soñar y desear todo aquello que les gustaría hacer en sus vidas. No obstante, a medida que el tiempo va pasando, una misteriosa fuerza trata de convencerlas de que es imposible realizar la Leyenda Personal.

Paulo Coelho, grandísimo.
El Alquimista

Música Gratis

Hablo con mis compañeros de trabajo (todos informáticos, a la cabeza en nuevas tecnologías, pero ellos son más mayores que yo) sobre el futuro de la música y de la industria discográfica. Discutir sobre el futuro me encanta. Cada uno vierte su opinión y la defiende a ultranza, sin pruebas, sin datos y sin posibilidad de demostrar quién tiene razón.

Esto conduce a discusiones que pueden durar horas. Me lo paso en grande. En este tema, yo mantengo una postura muy clara: la música grabada (enlatada es un adjetivo que no le hace justicia, con la calidad de reproducción de la que disponemos hoy en día) va a ser gratuita. Así, sin más. Gratis total para todo el mundo.

Y sé que no puedo aportar pruebas, ni datos. No puedo demostrar que tengo razón, porque estoy hablando del futuro (un futuro muy muy cercano), pero me gusta regocijarme en las razones que alego a favor de esta posición, y las razones que mis compañeros me alegan en contra.

Baste decir que mis compañeros (todos) adoptan la postura justamente contraria: la música jamás será gratis. Están de acuerdo en que el modelo de negocio de venta de CDs a 18 euros debe cambiar, porque eso sí que está condenado a fracaso, pero juran y perjuran que seguiremos pagando por la música grabada, porque si no nos quedaríamos sin música. De esto se extrapola que opinan que nadie tocaría música si no ganaran dinero con ello.

Aquí me quedo de piedra. Presuponen que los músicos componen, tocan y cantan música por motivos económicos. Que si no existiera la posibilidad de ganar dinero con la música, la producción desaparecería.

Cuando me recupero del susto trato de referirles al circuito indy o a los círculos del blues, donde se produce muchísima música simplemente por que hay gente que necesita expresarse. Pueden hacerlo escribiendo, actuando en un grupo de teatro amateur, tocando en un grupo musical o construyendo bichos gigantes en la arena de las playas. El medio lo elige cada uno, pero lo que es seguro es que aunque un verdadero músico no cobre un duro por tocar música, lo seguirá haciendo.

Yo no soy músico, pero soy escritor. El día que acabe una novela, la llevaré de editoriales, a ver si suena la flauta. Y sé positivamente que no me la publicarán, pero me dará igual. La regalaré por Internet. Si las editoriales desaparecieran, me ahorraría el trámite de llevarla de editoriales. Si de repente desapareciera la posibilidad de ganar dinero escribiendo, yo seguiría haciéndolo y la gente que lo deseara siempre tendría algo que leer (aunque malo).

Miro a mis compañeros y no puedo evitar sentir lástima. No tienen nada que contar, no sienten la necesidad de expresarse, piensan que sin dinero no habría arte. Antes de existir algo remotamente parecido a una economía, el arte ya llevaba siglos produciéndose. A Altamira les refiero, por si necesitan un ejemplo.

domingo, septiembre 24, 2006

Ojos Negros

Bar de copas. Media luz, música atronadora y los efluvios del alcohol nublando mi raciocinio. Gente bailando, moviéndose a mi alrededor. Parejas acariciándose, besándose a mi lado, sin importarles nada.

Nadie me mira, nadie se extraña de que yo esté allí. Absoluto anonimato en medio de una multitud. La conocida sensación de soledad llega, ya tardaba mucho. Me hace sentirme fuerte, poderoso. El sentimiento de soledad entre la multitud es tan intenso que noto el poder crecer dentro de mi. Mi alma se vuelve acero; mi voluntad, inquebrantable.

Ahora podría asesinar a esta gente. Sería tan fácil, morirían con suma facilidad forjando una obra de arte póstuma. Un único momento de agonía a cambio de crear un monumento de incuestionable belleza. Pero arruinaría mi poder. Son ellos los que con su indiferencia hacen crecer el poder que me avasalla. Si ellos murieran, mi poder se desvanecería.

Salgo a la calle, la música calla y los oídos pitan. Apenas puedo oir el jolgorio típico de una noche de marcha. Ando entre toda la gente, sabiendo que se apartarán a mi paso, que nadie osará desafiarme, porque saben que ahora soy indestructible.

Me encuentro con unos preciosos ojos negros, que enmarcados en una cara armoniosa me contemplan desde un portal. Me prestan atención, me miran con deseo. Durante tres interminables segundos, la intensidad de las emociones que reflejan esos enormes ojos negros es más fuerte que las palabras, que sólo destruyen las emociones al tratar de aprehenderlas. Esos ojos me cuentan historias de amor, de pasión, de lujuria. Me prometen dulzura para curar mis heridas. Llenan mi soledad, mi anonimato desaparece, drenan mi poder, rompen mi alma y destruyen mi confianza.

Un choque con una persona me obliga a romper esa íntima comunicación. Debo apartar la mirada y prestar atención a lo que me rodea. Balbuceo una torpe excusa. Busco con la mirada, pero los ojos negros han desparecido. Camino por un lado de la calle hasta que salgo de la zona de marcha y me quedo solo en la oscuridad de la noche. Soy vulnerable y débil: un idiota gimoteante. De mi fortaleza ya no queda ni rastro.

Esos ojos me acompañan esta noche e inspiran estas palabras, pero no calientan mi lecho ni curan mi alma. Unos ojos dicen muchas cosas, pero no tienen tanto poder. Por muy bonitos que sean.

miércoles, septiembre 20, 2006

Felicidad

En Octubre empiezo los cursos de la universidad a distancia. Empiezo cursos de intepretación en una escuela de teatro. Hoy me he apuntado a un curso de Guión de Cine y TV (es gratuito de de un buen nivel, así que tendré que rezar para que me admitan).

Creo que por primera vez en mi vida, se hacia donde voy, tengo una idea realista de lo que quiero y he iniciado un plan para intentar lograrlo, en lugar de quedarme de brazos cruzados diciendo que nada merece mi esfuerzo.

Tengo algo por lo que esforzarme y no me asusta la perspectiva.

Empiezo a jugar con la cerradura de la jaula, a ver si algún día consigo abrir la puerta.

viernes, septiembre 15, 2006

Seductor Nato

No soy yo una persona dada a alardear de ligues: me parece una zafiedad y una falta de respeto por la otra persona (dado que un ligue suele ser cosa de dos). No es caballeroso. Pero sí que soy una persona a la que le gusta hablar de sí misma. Y dado que este es mi blog y que lo uso para reflexiones personales, escribiré sobre un tema que llevo varios días pensando, pero que me resistía a escribir por miedo a quedar como un rufián creído y zafio.

Al final, es más grande la necesidad que tengo de escribirlo que la vergüenza del qué dirán así que aquí lo tienen, no sin antes leer esta nota a modo de disclaimer: no mido mi éxito (ni el personal ni el profesional) basándome en el número de conquistas que logro, aborrezco y desprecio a la gente que lo hace, y este post no trata de señoritas que caen en mis brazos. Intento enunciar la duda que me atormenta desde una posición objetiva y neutra.

El caso es que las señoritas se me dan muy bien. Demasiado bien. Tan bien que, en ocasiones, me llego a asombrar. Descubrí, gracias al Sentido de la Vida, el maravilloso ensayo Cómo ser un sinvergüenza con las señoras, que al parecer lleva circulando por Internet desde la época de las BBS. Es soberbio, una deliciosa guía de la psique femenina. Todo lo que dice son verdades fruto de la experiencia.

Y mi quebradero de cabeza viene porque muchas de esas cosas yo ya las sabía y las aplicaba, pese a no considerarme a mi mismo un sinvergüenza. El ensayo está ilustrado con ejemplos muy explícitos que aplican de manera práctica la teoría que se expone. Y yo he practicado la mayoría de ellos, pero sin darme cuenta. Me veo reflejado ante la mayoría de ejemplos en las formas, pero no en el fondo.

Yo no tengo una estrategia para dirigirme a las señoritas, no pienso en calzarme a esta o a otra (un caballero, ante todo), pero luego esas técnicas de las que habla para conquistar, simplemente me salen. Hace dos días sin ir más lejos, una señorita que se había unido hace poco tiempo a mi grupo de amistades, me pidió que nos viéramos a solas. Que una señorita se atreva a pedir directamente algo así deja descolocado, sobre todo porque, aunque yo consideraba que simplemente nos habíamos tratado como amigos, ella consideraba que yo la había seducido. Jamás fue mi intención, pues la señorita no era lo que se dice de mi agrado: vive con sus padres, es virgen, tiene fuertes sentimientos religiosos, muchísimos hermanos y hora de vuelta a casa. Aún con esos antecedentes, la seduje.

Dejando aparte las diferencias, lo cierto es que no es la primera (y espero que tampoco la última) con la que empleo técnicas de seducción sin enterarme de que las estoy empleando.

En el interesante texto sobre los sinvergüenzas, postula que existe una clase de hombre que no necesita ser un sinvergüenza: el seductor nato. Tengo la lengua afilada, una amplia cultura y bastante buen ver (esto último es opinión de mi madre) ¿Seré un seductor nato? ¿O será simplemente una impresión causada por mi profundo desconocimiento de cómo vive la gente de mi edad? Sea una cosa u otra, no me voy a quejar.

Y si estoy contento, ¿por qué me causa entonces quebraderos de cabeza? Porque el niño solitario y despreciado del instituto sigue dentro de mi. ¿Por qué antes me despreciaban y ahora babean? No creo haber cambiado tanto. Quizás haya sido el mundo, que ha cambiado a mi alrededor. Después de largos años sufriendo la más fría indiferencia, me cuesta entender todas las atenciones que se me dispensan. Quizás un pequeño cambio (pérdida total de vergüenza) haya significado la diferencia.

Quizás sí que soy un sinvergüenza.

miércoles, septiembre 13, 2006

Debate religioso



No tiene desperdicio. Vía pjorge

domingo, septiembre 10, 2006

Aria impulsiva

Teatro de Dionisos, en Epidauro, Grecia.

Sentados en la fila superior (la de los esclavos), la única fuera del sol de justicia que caía a plomo sobre nuestras cabezas con la fuerza que sólo el sol mediterráneo puede tener, en Julio y a las 12 del mediodía. Las ramas de los árboles que crecían detrás nuestro nos regalaban con la sombra benefactora tras la escalada por las decenas de escalones que llevaban hasta aquí desde la zona de la orquesta.

Leí en la guía que llevaba conmigo a todas partes que la peculiar arquitectura del teatro, en forma de semicírculo perfecto guardaba la proporción áurea, necesaria para que la música y los diálogos se oyeran en todos el teatro.

En ese momento, levanté la vista y traté de imaginar cómo sería una actuación allí. No acerté, pues hordas de turistas de pantalón corto y gorros ridículos campaban por todo el teatro, especialmente por las zonas de la orquesta y el escenario. Pero en ese momento, un hombre de torso contundente, sombrero y gafas de sol se situó sobre los restos del pedestal del altar de Dionisos, justo en el centro del círculo perfecto que conforma el espacio para la orquesta.

Allí, miró hacia el público, y arrancó a cantar. Una voz profunda de tenor, casi barítono, inundó el teatro, y nosotros, al igual que el resto de la gente que habíamos buscado el frescor de las gradas superiores, quedamos en silencio, sobrecogidos por la belleza de la aria cantada a 60 metros de distancia, a 25 metros por debajo nuestro. El sonido era, simplemente, perfecto.

Al acabar, un aplauso de los turistas, convertidos todos en público improvisado, premió su actuación. Por un momento, supe cómo fue el teatro en su época de esplendor. Muchas gracias, desconocido.

viernes, septiembre 08, 2006

Preguntas y artistas

El objetivo de un artista, independiente de la rama a la que se dedique, es llenar el mundo de una belleza que merezca ser contemplada. Trata de hacer sentir a los demás lo que él desea que sientan (por distintos tipos de razones, cada cual tendrá la suya). Si nadie contempla su obra, nadie siente nada, ¿es en ese momento el creador un artista?

¿Un cantante sin audiencia es un artista?

¿Un músico que toca para sí mismo, no es artista cuando está encandilando a la audiencia con su interpretación?

¿Un cineasta que graba una bolsa de plástico y luego no enseña ese vídeo a nadie, es considerado un artista?

¿Un escritor lo es por el simple hecho de escribir o por la emoción que transmiten sus escritos? ¿Si esto fuera así, seguría siendo escritor aun cuando nadie lo leyera?

jueves, septiembre 07, 2006

Contador de visitas

He retirado el contador de visitas de miarroba.com que estaba abajo. Pese a haberme servido fielmente durante toda la vida del blog, ahora sacaba una horrorosa ventana con publicidad, que, si bien no cubría el área de lectura, si distraía la vista de ésta.

Me quedo únicamente con Google Analytics para seguir el rastro de las visitas. Ahora esto parece mucho más 2.0 beta, ¿no creen?

miércoles, septiembre 06, 2006

Cuentacuentos

Miró hacia el cielo. Necesitó acostumbrar los ojos deslumbrados por la luz de la hoguera a la oscuridad del manto de la noche. La luna no conseguía eclipsar los millones de estrellas que brillaban sobre su cabeza. Sobre la suya y sobre la de toda la gente que se había congregado alrededor de su casa, construida sobre pilotes mar adentro junto a otras de factura similar.

Todos le miraban encandilados, en silencio sepulcral, esperando con rostros ansiosos, que cambiarían a expectantes, temerosos o divertidos o cuando la historia que tenía en la cabeza comenzara a surgir de sus labios, cuando sus cuerdas vocales se contrajeran para imitar las voces de los personajes que intervenían en ella, cuando sus gestos acompañaran de manera perfecta y natural a su voz, como si flotaran atrapados por la magia de la historia.

Bajó la mirada, la posó sobre su audiencia y se dio cuenta de que era feliz.

martes, septiembre 05, 2006

[...] el hecho de contratar a un montón de personas y mantenerlas juntas en una oficina no es suficiente para que constituyan un equipo productivo que sea capaz de realizar de forma eficiente un proyecto, ni siquiera cuando a uno de ellos se le encarga que controle que los demás permanezcan en su puesto de trabajo sin estar nunca ociosos.

Telémaco de la Maldición de Sísifo, ha vuelto de vacaciones y sigue a expresando con claridad y síntesis conceptos que para mí requerirían de páginas y páginas. Siempre da en el clavo.

lunes, septiembre 04, 2006

El hombre del bañador de naranja se casó con su novia de toda la vida: no buscó un poco más: así que la verdadera mujer de su vida pasó a su lado y él ni se enteró



viernes, septiembre 01, 2006

Blog Day + 1

Ya ha pasado el blog day. Ya puedo escribir.

A priori me parecía una increíble gilipollez, en la que me negué a participar. Imagino que es por que me siento diferente. Por que no pertenezco a su mundo, a eso que llamamos la blogosfera. No es nada nuevo, no pertenezco al mundo de nadie. Pero me gustaría pertenecer: el sentimiento de pertenencia a un grupo o a una persona es francamente agradable. La veces que lo he sentido, me ha gustado. Mucho además.

Pero no puedo. Al final acaban por no soportarme. La mayoría de las veces soy yo el que no los soporta a ellos. De hecho, nadie llega a conocerme lo suficiente como para no soportarme. Yo no puedo pertenecer a un grupo. Ni siquiera puedo pertenecer a una persona. Esto es lo que pasa cuando lo intento.

No me va el rollo "frotémonos las pollas unos con otros y digamos que somos todo el mundo" de la blogosfera. Cuatro colgaos de la Generación X con un alto nivel de estudios que creen ser escritores no es todo el mundo. Y eso es lo que somos. Me quería integrar. Comentar en blogs forjándome una comunidad alrededor para poder tener comentarios. Ir a Blogs&Beers. Juro que quería intentar ser como ellos. Que la gente me pusiera los comentarios que no tengo.

Eso era antes de empezar a leer los comentarios de los blogs en los que decidí poner mi huevo. Lo siento, no quiero que me comenten cuatro colegas que ni siquiera han leído lo que he escrito, sólo porque yo también lo hago en sus blogs. Eso no me aporta nada.

Por eso dejé pasar la oportunidad del Blog Day, que no es más que otra excusa para hacer links a alguien esperando que vea el link en technorati y así me comente y me linkee a su vez. De hecho, excepto en los A-Listers, que han enviado un chorro de visitas a algunos blogs infumables que se acabarán hoy.

Si quieren mi lista de blogs predilectos, auténticas obras de arte, los tienen a su derecha, donde han estado el resto del año. Si, es cierto, la mayoría son A-Listers. Esos que "todo el mundo" tiene. Me falta la barra de "los colegas".

Ustedes sabrán perdonar a este humilde juntaletras, queridos lectores, pero no van a ver a un servidor mendigando lectores.

P.D: Si un A-Lister me hubiera enlazado quizás otra opinión se hubiera vertido (y si hubiese sido mi querida petite, el 31 de agosto ya sería fiesta de guardar para los próximos 50 años).

P.D.2: Aunque yo me doy completamente por satisfecho de que me tenga enlazado el maestro, que no es un A-Lister únicamente porque en el mundo de consumo rápido, publicidad rápida y lectura rápida que predomina en internet, él se sale de la norma. A veces pienso que sólo sigo escribiendo porque se que él me lee.