jueves, diciembre 22, 2005

Constancia

Tenía preparado un post lacrimógeno quejándome de cosas estúpidas y absurdas, como que no soy un artista y que no puedo ser un escritor y bla bla bla.

Pero no me ha salido de las narices publicarlo. Lo siento por los lectores que buscaran lágrima, queja y autocompasión, pero hoy no la van a tener.

Se ha acabado el quejarse. A partir de ahora empiezo (otra) una época de constancia, no quejarse y currar. Currar para conseguir cosas, para conseguir un futuro mejor, que hasta ahora todo me ha venido regalado. Se acabaron los regalos, ya nadie va a regalarme nada y lo que quiero me lo tengo que currar.

Pues a trabajar, coño!!

jueves, diciembre 01, 2005

Vuelta al teclado

Aunque físicamente no he dejado de separarme del teclado (me gano la vida con uno bajo mis manos), mi alma no se había acercado a uno desde hace ya tres semanas.

Hoy es día 1 de Diciembre. Empieza el que siempre ha sido mi mes preferido del año. No por ese frenesí consumista inventado por los grandes almacenes, sustituyendo de facto una fiesta de corte religioso católico que celebrara un evento trasladado de su fecha original para acercarse a la celebración del año nuevo de las religiones pre-civilizadas (a.k.a. paganas) por el Emperado Constantino de Roma, para conseguir adherir a esos mismos paganos a una religión odiosa. En fin, no me gusta la Navidad.

Pero sí me gusta la sensación de terminar un año, y empezar uno nuevo totalmente renovado. Para mí, Diciembre siempre ha sido un mes de renovación. El dia 21, el sol deja de morir para empezar a arrebatar a la noche las horas que ha ido perdiendo desde Junio, y todo comienza de nuevo. El día 31 de Diciembre es el día que mejor me siento de todo el año, haciendo balance y con un sentimiento de "esto ya se ha acabado" que me gusta sentir en muchos aspectos de mi vida (cuando acabo un proyecto, un relato o un guión). Dejo atrás un año más, y abro un nuevo episodio de mi vida. Esta vez, el 31 de Diciembre va a ser totalmente distinto al de los años anteriores. Pero no me engaño, desde que dejé de estudiar (a tiempo completo), el fin de año siempre ha significado algo distinto. Este va a ser el tercero que pase desde entonces.

El primero lo pasé satisfecho, ya que ese año inicié el que sería mi primer amor correspondido, acabé la carrera y estaba a punto de conseguir un trabajo (donde, de hecho empecé en Enero).

El segundo fue más increíble. Ese año se acabó ese primer amor, cambié de trabajo volviendo a provincias después del paso por la capital, empecé este blog (el 18 de Noviembre, había cosas más importantes que contar ese día un año después, que una simple celebración de aniversario), y encontré un nuevo amor, mucho más intenso que el anterior. Ese amor se gestó entero durante el mes de Diciembre. Así que ese fin de año acabé con un trabajo que me encantaba, en mi ciudad y con una novia increíble. Genial año, pero también tuvo sus temporadas de pasarlo mal.

Ahora llega el tercero. He perdido ese gran amor en trágicas circunstancias, mi trabajo no es nada del otro mundo y mi productividad neta ha bajado mucho (por falta de motivación, además de por tener la cabeza en otro sitio). He pasado, a lo largo de este año, los mejores momentos de mi vida, y también los peores. Y todavía queda un mes, en el que pueden pasar multitud de cosas. Pase lo que pase, Diciembre siempre ha sido un buen mes, así que no pierdo la esperanza.

Ha comenzado mi mes favorito del año, estamos a punto de acabar el año y mis dedos vuelven a volar sobre el teclado para seguir dando forma a las inquietudes de mi mente, mientras el dolor va desapareciendo y sigo buscando incansablemente para intentar encontrar esa iluminación que de un sentido a lo que hago. Pero esta vez, en solitario. La vida ha intentado ganarme esta batalla, pero ha fracasado. Yo soy el más fuerte, y cuanto más solo estoy, más fuerte me hago. Con eso, la vida no contaba.