martes, agosto 15, 2006

La oscuridad me rodea, tinta mis perspectivas de un color oscuro que juntándose con el colorido mundo, deja todo de color un gris asqueroso, chorreante y mareante.

Trato de buscar una luz que ilumine mi eterna oscuridad, un foco, una guía que me permita navegar a través de esta negrura perpetua que hiela mi alma y mi corazón. Intento encontrarla a través de la música, pero ya ni siquiera eso me caldea ni me guía, sólo incrementa mi sensación de soledad.

Lo que necesito no lo puedo tener. Esto se está convirtiendo en recurrente en mi patética vida, pero es cierto: ella ya no está.

Mientras tanto, grito en la oscuridad. Nadie me hace caso. A nadie le importa lo más mínimo. La soledad me hace fuerte, como el acero. Pero el acero también es rígido, y se rompe con facilidad si se aplica demasiada presión.

La oscuridad me rodea, y yo he perdido la esperanza de encontrar una luz. Extraigo mi fuerza de esa misma oscuridad: seré por siempre una criatura de las tinieblas. Pero a veces, sólo a veces, desearía ser capaz de crear belleza, de amar...

Pero me es negado: ella ya no está y nadie más amará a una criatura de las tinieblas.

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