lunes, septiembre 25, 2006

Música Gratis

Hablo con mis compañeros de trabajo (todos informáticos, a la cabeza en nuevas tecnologías, pero ellos son más mayores que yo) sobre el futuro de la música y de la industria discográfica. Discutir sobre el futuro me encanta. Cada uno vierte su opinión y la defiende a ultranza, sin pruebas, sin datos y sin posibilidad de demostrar quién tiene razón.

Esto conduce a discusiones que pueden durar horas. Me lo paso en grande. En este tema, yo mantengo una postura muy clara: la música grabada (enlatada es un adjetivo que no le hace justicia, con la calidad de reproducción de la que disponemos hoy en día) va a ser gratuita. Así, sin más. Gratis total para todo el mundo.

Y sé que no puedo aportar pruebas, ni datos. No puedo demostrar que tengo razón, porque estoy hablando del futuro (un futuro muy muy cercano), pero me gusta regocijarme en las razones que alego a favor de esta posición, y las razones que mis compañeros me alegan en contra.

Baste decir que mis compañeros (todos) adoptan la postura justamente contraria: la música jamás será gratis. Están de acuerdo en que el modelo de negocio de venta de CDs a 18 euros debe cambiar, porque eso sí que está condenado a fracaso, pero juran y perjuran que seguiremos pagando por la música grabada, porque si no nos quedaríamos sin música. De esto se extrapola que opinan que nadie tocaría música si no ganaran dinero con ello.

Aquí me quedo de piedra. Presuponen que los músicos componen, tocan y cantan música por motivos económicos. Que si no existiera la posibilidad de ganar dinero con la música, la producción desaparecería.

Cuando me recupero del susto trato de referirles al circuito indy o a los círculos del blues, donde se produce muchísima música simplemente por que hay gente que necesita expresarse. Pueden hacerlo escribiendo, actuando en un grupo de teatro amateur, tocando en un grupo musical o construyendo bichos gigantes en la arena de las playas. El medio lo elige cada uno, pero lo que es seguro es que aunque un verdadero músico no cobre un duro por tocar música, lo seguirá haciendo.

Yo no soy músico, pero soy escritor. El día que acabe una novela, la llevaré de editoriales, a ver si suena la flauta. Y sé positivamente que no me la publicarán, pero me dará igual. La regalaré por Internet. Si las editoriales desaparecieran, me ahorraría el trámite de llevarla de editoriales. Si de repente desapareciera la posibilidad de ganar dinero escribiendo, yo seguiría haciéndolo y la gente que lo deseara siempre tendría algo que leer (aunque malo).

Miro a mis compañeros y no puedo evitar sentir lástima. No tienen nada que contar, no sienten la necesidad de expresarse, piensan que sin dinero no habría arte. Antes de existir algo remotamente parecido a una economía, el arte ya llevaba siglos produciéndose. A Altamira les refiero, por si necesitan un ejemplo.

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