domingo, octubre 30, 2005

Reseña: La Novia Cadáver


Esta película se esperaba, se anhelaba, se deseaba incluso. Y Tim Burton no decepcionó en ningún momento a sus espectadores, que acabaron casi todos con la lagrimilla colgando del ojo. Una película hecha con la técnica del stop-motion, demostrando una imaginación y saber hacer que actualmente casi no se puede ver en el cine procedente de Hollywood.

En este filme, más que en cualquier otro realizado hasta la fecha, la ya conocida estética Burton se despliega hasta límites antes inexplorados, consiguiendo sumergir al espectador en el ambiente triste, gris y negro desde el primer minuto. La animación es fantástica, salvo en contadas ocasiones, es indistingubile de una animación por ordenador. Además gracias a utilizar muñecos, Burton puede jugar con la luz tal y como le apetece, sin las limitaciones que impone la animación por ordenador.

En lo tocante al argumento, este magnífico genio de la dirección da media vuelta a lo que se había visto hasta ahora, presentando un mundo de los vivos negro, depresivo, perpetuamente nocturno, capaz de sumir al espectador sensible en la más gris de las melancolías, mientras que el mundo de los muertos es alegre, vital y lleno de colores, canciones y fiestas.

El diseño de los personajes es increíblemente bueno. Realizados en colaboración con el Grangel Studio de Barcelona (se siente aquí cierto orgullo patrio: no todo está perdido en este país de especuladores inmobiliarios), a veces traspasa el entendimieneto del espectador lego el hecho de conseguir que un cuerpo muerto, zombie y medio putrefacto resulte guapo y alegre y sea capaz de expresar los sentimientos con fuerza inusitada. Resulta todavía mas sorprendente el poder convertir en actores a esqueletos que no varían la cara, pero que, de tan bien animados que están, consiguen hacer olvidar que sólo son cráneos pelados, mondos y lirondos.

El único punto negativo que el abajo firmante estaría por destacar es (aparte de que tuvo que verla doblada: eso no es culpa de Burton) la envidia que le surge cuando ve todo el talento del que es capaz de rodearse una persona, que, además también derrocha talento por todos sus poros. Afortunadamente, ese sentimiento es rápidamente enterrado por el agradecimiento hacia la gente que consigue demostrar a la industria cinematográfica, que es posible obtener beneficios (y muchos) ofreciendo un producto artístico de gran calidad, totalmente alejado de la mierda comercial que se considera la única manera de conseguir beneficios. Por lo menos, se hacen cargo del precio de la entrada de cine y ofrecen un producto que verdaderamente lo vale.

Gracias, Tim.

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